Escrito por La Diacono Patrice Al-Shatti

Mi experiencia con la soledad es amplia y profunda. En el 2012, mi esposo falleció a causa de haberse suicidado tras una ardua lucha con la soledad y la depresión, y como trabajadora social he conocido pacientes que carecen del apoyo necesario y han enfrentado enfermedades serias solos. He visto y sentido la devastación creada por la soledad crónica, y, por ende, decidí tempranamente en mi formación que sería mi ministerio diaconal.

La soledad afecta a más de la mitad de los americanos, que les dicen a los investigadores que a veces o siempre se sienten solos. El cuarenta por ciento de ellos se sienten aislados de otros, y la mitad dice que no tienen interacciones significativas sociales de manera diaria. El descubrimiento más alarmante en el estudio acerca de la soledad es que cuatro de cada diez de nosotros admitimos que no tenemos a nadie para compartir noticias importantes. Y la soledad va más allá de los estereotipos. En el 2018, los jóvenes de los 18 a 22 años fueron declarados la generación solitaria, y no la gente de la tercera edad. Y la tasa de suicidios más elevada, un factor determinante en la medición de la soledad, se encuentra entre los hombres de edad media. Estas tendencias son realmente preocupantes, porque cada vez más vivimos solos, no nos casamos ni tenemos hijos, y la taza de divorcio entre la población de más de 50 años se ha duplicado desde el año 1990.

La soledad crónica es peligrosa. Es físicamente nociva para la salud-similar al fumarse 15 cigarrillos diarios-Y la gente solitaria son 50% más dadas a morir en cualquier año que las personas socialmente conectadas. La soledad también afecta nuestra habilidad para concentrarnos, regular nuestras emociones y desarrollar una serie de tareas cognitivas y emocionales.

Nuestra cultura actual es el clima perfecto para fomentar el aislamiento y la soledad, y todos tenemos malos hábitos que nos ponen en riesgo. Somo individuos altamente individualistas que nos enorgullecemos en ser autodependientes, ergo, no buscamos ayuda. Nos la mantenemos ocupados todo el tiempo y nos alejamos de la vida comunitaria porque creemos que no tenemos tiempo. En consecuencia, no nos comprometemos a actividades sociales por temor a comprometernos demás, y dejamos de acercarnos a otras personas porque no queremos molestar. Así que nos sumergimos en nuestros teléfonos celulares en vez de cultivar relaciones, y nuestros amigos en las redes sociales terminar por suplantar nuestras amistades reales, pero estudios muestran que el uso excesivo de las redes sociales conduce a la depresión. El trabajo nos tiene en nuestras computadoras absorbidos o trabajando solitariamente. Y los lideres de salud pública se están empezando a preocupar que la camaradería en el lugar de trabajo es cosa del pasado.

La Iglesia Episcopal de “Todos Los Santos” lanzo una campaña de concientización en el 2020, y se puede conseguir material en la página web allsaintsoncentral.org/loneliness-project que podría ayudarte a educar a tus seres queridos. La pandemia fue una experiencia de aislamiento, y quizás de soledad para todos nosotros. Aprendamos sus enormes lecciones.  Estamos diseñados por el Ser Divino para amarnos unos a otros.

Patrice sirve en la parroquia de “Todos Los Santos” en la ciudad de Phoenix y fue ordenada en junio de 2019. Ella funge como Trabajadora Social y en la actualidad esta jubilada tras una larga carrera médica y geriátrica en las lides del Trabajo Social en el año 2014.