En nuestro sitio web, Chapelofthecrossms.org, uno puede notar algo un poco diferente a la página web habitual de la iglesia. En la pestaña “Participar” hay una sección que se exhibe como Gremio de sepultureros. Así mismo, esto es lo que a continuación aparece: nosotros, como grupo, cavamos las tumbas de nuestros miembros. Si hace clic en la pestaña indicada, dice: “Aquí en la Capilla cavamos nuestras tumbas a mano. Todos y cada uno de nosotros están invitados a unirse a esta experiencia verdaderamente espiritual. Hay algo en ser parte de la excavación que te hará meditar sobre tu propia vida. Usando picos y palas, amorosamente brindamos un lugar de descanso eterno para aquellos de nosotros que hemos ido a estar con Él. Ya sea que quieran excavar u observar, todos son bienvenidos. Algunos traen una espalda fuerte para laborar, otros traen comida y bebida (esto es el sur), algunos traen oraciones y otros traen un corazón agrietado. Hay algo muy especial en el compañerismo que proporciona y rodea ser parte del Gremio de Sepultureros. Únete a nosotros.”
De la manera que lo escuche, el gremio fue formado algún tiempo atrás alrededor del año 1990 después que un fallo de maquinaria mientras se cavaba una tumba en la sección histórica del cementerio. Acto seguido, fue sugerido que los miembros de la iglesia deberían cavar sus propias tumbas a mano, “de la manera que solía hacerse.” La idea fue presentada a la sacristía. Se decidió que el gremio seria formado y que todas las futuras tumbas serian cavadas a mano. En consecuencia, un ministerio especial comenzó. Al ojo humano, parecería un sin sentido considerando que hay maneras más fáciles de cavar tumbas. Pero, ciertamente, no se trata de hacerlo de la manera más eficiente.
Lo que comenzó como una forma de preservar y proteger las lápidas, el cementerio, y la historia de la iglesia, se ha transformado en un ministerio excepcional que fortalece las familias y las amistades. Este ministerio único nos vincula como familia de la iglesia y también nos conecta estrechamente con los familiares y amigos de aquellos que han muerto. El compañerismo que se da durante una excavación crea un lazo espiritual. Al unirse con palas y picos, los involucrados forman un vínculo profundo y brindan un servicio a la familia que es mucho más amoroso y humano que el que una retroexcavadora podría proporcionar. Como dice la canción: “Hermano, déjame ser tu siervo”.
El ministerio también es una manera, haciendo a un lado los servicios religiosos normales que provee la iglesia, de que los miembros de la Capilla se conozcan entre sí. La comunidad formada por medio de esta actividad es similar en muchos aspectos a nuestras otras funciones de la iglesia (¡excepto por la parte de excavar!). Hay comida y bebida. Hay momentos serios y momentos alegres. Hay momentos de alabanza, oración y reflexión. Hay lágrimas y carcajadas. Participan jóvenes y mayores, hombres y mujeres. Se cuentan historias y se rememoran recuerdos. Pero creo que lo más importante es que el servicio ofrece a la familia una sensación de cierre, paz y un lugar para empezar el proceso de sanación.
Mi esposa y yo comenzamos a asistir a la Capilla en 1995. En aquel entonces, estábamos empezando una familia que rápidamente creció hasta llegar a tener cuatro hijos. Durante los primeros años, ayudé con algunas excavaciones, pero no fui un miembro central del grupo. En el ano de 2011, el gremio había disminuido en miembros y, por consiguiente, se extendió un llamado de ayuda. ¿Quién puede decir exactamente por qué una llamada toca tu corazón? Pero por alguna razón, Ross Harjes y yo levantamos el auricular para contestar la llamada. Esperábamos que como equipo pudiéramos involucrar a más personas. Con la ayuda del correo electrónico, listas de contactos y mensajes de texto, así como una membresía cada vez mayor en la Capilla, pudimos incrementar la membresía del gremio. Cavar una tumba en arcilla tan dura como una roca con un grupo pequeño es un trabajo arduo. ¡Es maravilloso tener un equipo robusto de excavadores, incluidos algunos jóvenes!
Cuando un miembro de la Capilla muere y es enterrado en nuestro cementerio, nos ocupamos de llamar a voluntarios. Generalmente, la excavación ocurre el día (y la noche) antes del servicio de entierro. Primero, se debe marcar el sitio de la parcela y colocar paneles. Aprendimos que es más fácil devolver la tierra a la tumba más tarde si se coloca sobre madera contrachapada tras iniciar la excavación. Una vez que el sitio está listo, se comienza a excavar. Mientras excavamos, contamos historias de los difuntos. Compartimos historias de excavaciones pasadas, así como cualquier otra cosa que tengamos en mente. Cavamos hasta alcanzar la profundidad pertinente y tener la tumba cuadrada. Una vez que la tumba está completa, el sacerdote (a menudo uno de los voluntarios que ayudan con la excavación) la bendice. Nos reunimos en círculo en derredor de la tumba y nos descubrimos la cabeza cuando el sacerdote comienza. Al concluir la liturgia del Libro de Oración Común, descorchamos una botella de güisqui escocés o la bebida favorita de los difuntos. La botella se pasa alrededor del círculo y todos tienen la oportunidad de honrar y saludar al alma del difunto. Cuando se ha completado el círculo y de esa manera la oración final, vertemos lo que queda de la botella en la tumba en forma de cruz. Hay una gran alegría al completar una excavación y ayudar a una familia. Es una experiencia muy personal y espiritual para todos los presentes.
Y, casi me olvido, la botella se reserva y es dada a la familia.
Jon Woodward – Líder del Gremio de Sepultureros