Aleluya, le daré gracias al Señor con todo mi corazón…grandes son los prodigios del Señor. Su trabajo esta lleno de majestuosidad y esplendor, y su justicia dura por siempre. El Señor obra sus prodigios para que sean recordados para siempre; El Señor esta lleno de gracia y compasión. Salmo 111

“Nuestras pequeñas rosas” es un lugar como ninguno en San Pedro Sula, Honduras. “Nuestras pequeñas rosas” es un lugar abusado, abandonado, olvidado y donde pululan las niñas huérfanas, que fue fundado por Diana Frade en el ano de 1988. No ha sido coincidencia que Diana haya estado visitando un lugar similar para niños en Tegucigalpa, Honduras por el ano 1986 y se haya preguntado: ¿Quién está haciendo lo más mínimo por las niñas pequeñas de Honduras? Nadie.

Por medio de los esfuerzos de muchas personas, especialmente de Diana y el Obispo Leo Frade, el amor de Dios ha quebrado el ciclo de pobreza y abuso para muchas niñas hondureñas. Estas niñas tienen ahora un ambiente seguro, un chance para aprender, el sueño de un futuro y una fundación en la fe.

La mayoría de las niñas reciben una educación secundaria en el lugar llamado “Nuestras pequeñas rosas” y luego de ello, muchas de las jovencitas asisten a la Universidad o Instituciones técnicas, lo cual les permite ejercer profesiones como dentista, abogados, enfermeras registradas, chef, y carreras militares.

Las niñas de los grupos hogareños de “Nuestras pequeñas rosas” tienen una familia como ninguna otra. Tienen hermanas…Muchas hermanas…alrededor de setenta y ochenta todos los anos. Ellas tienen un lugar donde crecer y ser amadas. Ellas están aprendiendo maneras y vías de escapar de las garras de la pobreza a través de la educación. Ellas has aprendido del amor de Dios y saben que jamás serán abandonadas otra vez.

Con cada visita, muchos de nosotros sentimos una especie de remordimiento divino para retornar y hacer más por ellas. Escuchamos un sonido tan cautivante que queremos descifrar su origen. Y luego descubrimos lo que buscamos. El sonido es el amor de Dios. El amor de nuestro Señor cobija a cada una de estas niñas y nos cobija a nosotros también. La buena nueva es que hemos sostenidos por él, cobijados por él, todo este tiempo.

No existe diferencia alguna el hecho de que hablemos español, o no. Lo que si importa es donde venimos y nuestro bagaje, porque todos estamos unidos en la presencia de Dios.

Estamos Unidos a través de nuestra fe en un Dios en el que se puede confiar y que es verdadero. Este es el Dios único que esta con nosotros por los parajes de nuestras vidas. La verdad es que nuestras vidas son un paraje. Esta en movimiento. Y aunque debatamos que queramos cambiarla o no, la realidad es que cambia constantemente. La vida de cada una de estas niñas en el lugar que lleva por nombre “Nuestras Pequeñas rosas” ha cambiado porque el amor que compartimos con ellas es el amor de Dios.

Sin duda alguna, Dios no los ha abandonado. Dios no las ha olvidado. En nuestras horas mas oscuras, Dios no nos abandona. En los momentos de mayor confusión, Dios no nos abandonara. Dios desea que de un mal aparente surja un bien. Dios puede ser confiado para obre su obra salvífica de cada experiencia humana. El amor Divino, que se auto sacrifica, está siempre presente. Jamás termina.

En el 2015, el Rev. Dee Ann deMontmollin, quien es también enfermera registrada, y que también ha realizado innumerables visitas a “Nuestras pequeñas rosas”, fue llevado a dejar a un lado su labor a tiempo completo de ministerio parroquial, confiando en que Dios continuaría guiándola a su próxima tarea ministerial. Parte de esa próxima tarea ministerial ha sido una expansión de su ministerio médico. Acto seguido a uno de nuestros viajes a “nuestras pequeñas rosas” La Reverenda Dee y yo fuimos invitadas a retornar y conducir exámenes físicos a las niñas de “nuestras pequeñas rosas’ y a darles charlas sobre la salud y el crecimiento y desarrollo de las niñas y jóvenes adolescentes.

La visita que nos llevo al desarrollo de un equipo para la misión medica que se avocaría solo a servir a los niños en la comunidad de San Pedro Sula. La doctora Martha Vázquez, una pediatra, se unió al equipo y presta servicios cada ano junto a otros profesionales de la medicina. Entre los niños que servimos se encuentran los niños de la “personas de Levee”, lo cual se traduce en los barrios mas pobres de la comunidad San pedro Sula.

En nuestra primera misión, durante el otoño del año 2016, no sabíamos que esperar. Nos sentimos bien ansiosas y nos preguntábamos si alguien iba siquiera a apersonarse en nuestras clínicas donde prestábamos servicios médicos gratis. Y de repente, en nuestra primera mañana, nos sorprendimos de la fila inmensa de madres esperando con sus niños para recibir atención médica. Algunas de ellas habían caminado millas y otras esperaron de sol a sol por largas horas hasta que pudimos examinar y tratarlas medicamente a todas. Al día siguiente, experimentamos el mismo volumen de personas y las filas continuaron. Curamos a los niños de parásitos estomacales, infecciones, enfermedades respiratorias, y otro tipo de dolencias y enfermedades. También distribuimos muchas vitaminas para niños y otros suministros médicos. Nos dimos cuenta de que descomposición dental es la causa principal de muchas infecciones infantiles. Durante la última misión, nos suministraron con un tratamiento de fluoride para usarlo con los niños. Por primera vez, los niños fueron instruidos en como cepillarse los dientes.

Si, ellos son los “más pobres de los pobres.” Pero cada una de las madres ama a su hijo de la misma manera que nosotros amamos a los nuestros y siempre quiere lo mejor para ellos. Con la ayuda de Dios, nuestra misión medica continuará y seguirá creciendo. Recientemente, en septiembre del año 2019, fuimos bendecidos con voluntarios médicos adicionales y con otro doctor más, quien se comprometió a poner sus dones médicos.

Afortunadamente, a través de nuestras plegarias y diligencias, estas madres y sus hijos sabrán lo que las niñas en “Nuestras Pequeñas Rosas” saben: Que Dios no los ha abandonado. Y a pesar de que sus vidas son oscuras, a luz divina las sostendrá con amor y esperanza. Nuestro grupo de doctores y enfermeras añoran con iluminarlas con el amor de divino a través de nuestra labor.

Al pasar de los anos, nuestras perspectivas se han expandido. Ahora, no solo le agradecemos a Dios por cada uno de los niños de “Nuestras pequeñas rosas” sino que le agradecemos a Dios por cada uno de los niños que vienen a nuestras clínicas. Le agradecemos a Dios por este amor.

¡Aleluya! Le daré gracias a Dios con todo mi corazón. Gracias, Señor.

Escrito por Sherre Henley, Enfermera registrada y Esposa de un clérigo