La Granja de Bellweather es un Nuevo cam-pamento, lugar de retiro, centro de educacional de la diocesis episcopal del Ohio. Al fungir como el ge-rente de la granja, una de mis metas principales cuando recorro la granja con los jóvenes es el facili-tar un encuentro con el sitio desde donde extrae-mos la comida, lo cual se traduce en una experiencia con la tierra misma. Algunas veces me pongo nervioso de que necesito comunicar una verdad profunda sobre el universo, del como todos estamos conectados o del como todos nosotros entramos en decadencia día, tras día. Y luego caigo en cuenta de que lo único que necesito hacer es que los jóvenes sean ellos mismos en la granja –con las plantas, con los animales y con el suelo. Comerse un pepino extraído de la planta es magia pura, aunque tu no entiendas de fotosíntesis. Es curativa. Despierta algo muy adentro de nosotros.
Antes de proseguir, ¿qué es un Bellweather? Muchas veces escucho esta pregunta mientras trabajo en un lugar llamado la granja de Bellweather. El termino en su acepción en ingles proviene de la edad media, cuando los pastores escogían a un carnero de la manada para llevar una campana e indicar hacia donde se dirigía la manada-El Bellweather. En los tiempos modernos, el Bellweather ha venido a significar un heraldo de los que está por venir. En ese sentido, es la vocación de la iglesia el ser un Bellweather del reino de Dios, y la vocación de cada cristiano es el ser un Bellweather del amor de Dios, lo que conlleva a sanar nuestra madre tierra.
A medida que lo antes mencionado enraíza en nuestro corazón, comienzo a preguntarme: ¿Como sanamos a la tierra? Se siente como una abrumadora aspiración en estos tiempos cuando la crisis global, el cambio climático y las especies en extinción hacen titulares. Hemos perdido tanto, y seguimos perdiendo mucho más. Esto es para sufrir y estar de luto.
Y mientras me siento aquí, enlutada por esa perdida, recuerdo todos esos pasajes bíblicos, donde los personajes gritaban, ¿“Que debo hacer para ser salvado?”
Yo me pregunto si la interrogante más urgente hoy en día es: “Que debemos hacer para salvar la tierra? ¿Como podemos hacernos cargo de esta hermosa tierra? Las respuestas científicas abundan, y debemos atenderlas con sumo cuidado. Sin embargo, una respuesta de carácter se necesita de igual manera, y la cual tiene que ver con el afecto. ¿Como nos enamoramos de los lugares a los que llamamos hogares?
Parafraseando al ambientalista senegalés Baba Dioum, no salvaremos lugares que no amamos, no podemos amar un lugar que no conocemos y no podemos conocer lugares que no hemos aprendido.
La diocesis de Ohio ha escogido un lugar en la tierra que de manera afectiva llamamos la granja de Bellweather para ser nuestro lugar de aprendizaje, enseñanza, amor, y compartir con los demás. Es nuestro para detenernos, olfatear, escuchar y permitir que nuestras raíces lleguen a lo más profundo. La propiedad misma colinda con el rio Vermillion e incluye una finca, carpas para acampar e ir de picnic, campos de juego, un bosque, y un estanque de cinco acres. Este Nuevo centro ejemplifica un edificio ambientalista y demuestra estructuras que ahorran energía, tecnología energética renovable, sistemas de reclamación de agua y materiales reutilizables. Juntos, el sitio y sus instalaciones sirven como vehículos para ensenar a una comunidad amplia sobre una vida sostenible y cuidar de la tierra.
En noviembre del año 2017, fuimos honrados para agasajar al Obispo Curry en la dedicación de la granja Bellweather. Durante su discurso, él tuvo una visión donde vislumbro que este lugar sería una fábrica principal.
Él dijo, “No solamente estas construyendo un centro de conferencia, pero estas creando una fábrica de raíces, donde las personas pueden venir y reconectar con sus raíces, con la fuente de la vida misma, encontrando fuerza en el suelo, la fuerza de la vida, para encontrar al Dios que nos creó y al Dios que nos da la energía para seguir.
Observamos esta visión materializarse este año mientras personas de todos los niveles arribaron a Bellweather y experimentaron la belleza de la tierra, divisaron las estrellas en el vasto y descampado cielo, caminaron la granja, extrajeron vegetales de raíz para sus comidas, y se conectaron con animales y todos los seres de Dios.
Pudimos ofrecer programas de inmersión y experiencias a los grupos escolares, 4 clubes H, Boy scouts, voluntarios, y retiros- Buscando ensenar practicas sociales sanas, nutricionales, y prácticas ambientales, mientras proveemos un contexto seguro en el que encontrar la creación de Dios. Entre los grupos de retiro, nos deleitamos especialmente de agasajar a la junta del Grupo de Mujeres de la Iglesia Episcopal a nivel nacional en octubre del año pasado.
Mientras reflexiono sobre el año que transcurrió, ojalá hubiese podido escribir todos esos momentos profundos que la gente paso en la granja tras haber conectado con la tierra, y de donde viene nuestra comida.
Sin embargo, recuerdo una historia en la que se plantó maíz junto a nuestros consejeros de campamento. Con los pollos tan cercanos, las flores comenzaron a florecer a nuestro alrededor y con más ahínco alrededor de nuestras manos debido a la plantación de maíz. Pude observar a nuestros consejeros sin palabras para poder describir lo que ella experimentaron.
Ella intento explicar en unas pocas líneas y finalmente dijo, “Me siento como una persona real” Yo sonreí y asentí, sin poder entender completamente, pero de alguna manera entiendo en parte. Ella estaba conectando con sus raíces.
Son estas experiencias que buscamos para cultivar en nuestro trabajo, lugar de culto, servicio y de esparcimiento. Desde nuestra vida en esta tierra hasta nuestras comidas en la granja, nuestras particas de vida sostenible en la granja y afecto por este lugar que llamamos la granja de Bellweather.
A medida que nos acercamos a la celebración del día de la tierra en el año 2020, ¿qué lugar en la tierra estas cultivando?